No lo vi, no. No me ha llamado la atención el boxeo, nunca. Soy más de pelotas.
Pero tanta expectación, publicidad, audiencia, cifras… despertó mi curiosidad. Hace años que aprendí la diferencia entre deporte y negocio y cada vez valoro más aquel aprendizaje, saber SEPARAR, DISTINGUIR donde se muestra el deporte y donde el espectáculo económico, el marketing, la publicidad devoraeuros/dólares sea en boxeo, F1, Fútbol o NBA.
Parece que es el deporte que genera más dinero en menos tiempo trabajado, en este caso, subirse a un ring y tratar de defenderse, atacar, golpear, saber esperar, mermar al rival, ganar…
Entre 180/160 millones de dólares ganó el ganador por 30 minutos, hasta CR7, Messi, Hamilton, Lebron…se quedan cortos, pero no entro en esta reflexión, quizás surja en otro momento.
Como cada uno tira para su “casa”, simplemente estando atento me di cuenta que el combate del siglo lo vive tanta gente cada día…y no le dura 30 minutos, ni gana 180 millones de dólares, pero si recibe golpes (literales o metafóricos), debe defenderse o atacar, afrontar su particular pelea…diaria…
Hay golpes que dejan marca, cicatriz, tardan en desparecer. Golpes que ni los ves, una muerte inesperada, un accidente grave, una noticia dura de digerir como padecer un cáncer o una enfermedad de incierto pronóstico. Situaciones laborales duras, difíciles, con estrechas oportunidades de luz, panoramas familiares tensos, sin clima amoroso. Relaciones que se tambalean, crisis, un sinfín de situaciones, todas ellas humanas, que pueden suceder, nadie está exento ni tiene un permiso vital que te separé de estos posibles hechos reales, humanos, naturales…pero difíciles, mucho, de encajar el golpe y no caerte al ring y ¿qué tal os sentaría que un árbitro cuente hasta 10 segundos para levantaros del suelo y seguir?
Os imagináis que sólo nos dejaran 10 segundos para levantarnos????? Ahí está la reflexión, la luz que supe ver en ese COMBATE DEL SIGLO ENTRE MAYWEATHER y PACQUIAO. Gracias combate del siglo porque me ha servido esta semana pasada para hacerles esta reflexión a mi gente, en las sesiones, en los cursos, en los entrenos, a mi familia.
No permitas que nadie te marque tu tiempo de recuperación, de digestión, de transformación. Claro que debes levantarte, y puedes, y si no puedes solo, déjate levantar, acompañar.
Cada uno recibe los golpes y sabe dónde le duelen más. Muchas veces el dolor proviene de las ideas que construimos en nuestra mente, otras de las circunstancias de la vida, otra por enfermedades difíciles o asustadizas…Pero todo esto es REAL, PUEDE PASARNOS, no caigamos en el victimismo.
Levántate, pide ayuda si no puedes hacerlo, tienes derecho a caerte, a que te duelan los golpes pero también debes recordar que puedes recuperarte, seguir, superar.
Nunca me han gustado los guantes de boxeo, quizás sea porque no permiten acariciar, notar al otro en su plenitud.
Póntelos metafóricamente para pelear ante las circunstancias menos agradables pero recuerda, quítatelos para acariciar a la vida, a los tuyos, a ti mismo.
No olvides que esto último dura más de 10 segundos y nadie va a decirte que pares de acariciar la vida, al otro, a ti mismo.
Crece, a tu ritmo. Cáete, toma tu tiempo y vuelve a levantarte. Y quítate los guantes para dar la mano, siempre va bien tenerla despejada y cercana al otro.